Por Patricio Balmaceda Valencia, Gerente de Innovación y Estudios de Fundación Chile
Publicada en revista Nueva Minería y Energía
La gestión hídrica es un tema de vital importancia tanto en Chile como en el resto del mundo. El agua es un recurso fundamental para la vida y el desarrollo de las sociedades, por lo que su gestión eficiente es clave para garantizar la sostenibilidad y el bienestar de las comunidades.
En Chile el consumo de agua en el sector minero, de acuerdo con la distribución del consumo total de agua a nivel nacional, representa el 1,25%, lo que está muy por debajo del consumo de la industria forestal y agrícola, 59% y 37% respectivamente (fuente: Radiografía del Agua: Brecha y Riesgo Hídrico en Chile, 2018. – Escenarios Hídricos 2030).
No obstante, e independiente de su nivel de consumo, la industria minera es consciente de la relevancia de potenciar una gestión adecuada del recurso hídrico en sus operaciones, ya que es parte integral en sus procesos y entiende su impacto especialmente en un contexto de cambio climático y crecimiento demográfico, la que es tres veces mayor que a mediados del siglo XX.
Entre los desafíos que la industria enfrenta está el de reducir el consumo de agua y optimizar su uso, minimizando las pérdidas y maximizando la recirculación y reutilización del recurso hídrico. Además, dado que se produce grandes volúmenes de aguas residuales que contienen sustancias químicas, sedimentos y metales, la industria también se plantea desafíos significativos para su tratamiento y disposición segura.
En relación con esto último, existen diversas tecnologías disponibles para el tratamiento de aguas residuales en la minería. Entre ellas se encuentran tecnologías de membranas, intercambio iónico, concentración y osmosis forzada. Estas tecnologías están siendo piloteadas, probadas e incorporadas en los procesos de la industria minera.
En el último tiempo, y bajo este contexto, es que el sector minero en Chile ha emprendido el desafío de implementar medidas para optimizar el uso del agua y minimizar su impacto en los ecosistemas locales, pero en estrecha colaboración con el ecosistema de innovación. Es así como han surgido diversas iniciativas para dar respuesta a este gran desafío, como los es el Global Water Challenge impulsado por BHP con el apoyo de Expande, una iniciativa que busca identificar potenciales soluciones disruptivas de tratamiento del agua para mejorar de forma sostenible la eficiencia hídrica.
Esta convocatoria, que ha tenido una alta respuesta y participación (en torno a las 166 postulaciones de 14 países) por parte de empresas, startups, institutos y centros de investigación, es un ejemplo claro de la acción que se está llevando a cabo para avanzar hacia una mejor gestión hídrica.
Sin embargo, es necesario que estas iniciativas se multipliquen y se fortalezcan con los otros actores de la industria minera y en todos los sectores. La gestión hídrica es un desafío global que requiere de un compromiso colectivo y de la implementación de políticas y prácticas adecuadas.
Es fundamental destacar que la gestión hídrica no solo se limita a la industria minera. Es un desafío que compromete a todos los sectores de la sociedad, desde el ámbito gubernamental y el sector privado, hasta las organizaciones de la sociedad civil y los ciudadanos en general. Todos debemos asumir nuestra responsabilidad y tomar medidas concretas para garantizar un uso responsable y equitativo del agua.